Parque temático

 

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Estás en un McDonald´s de Florida sobreviviendo al olor a grasa y las mesas pegosteosas. Papeles de popotes tirados en el piso. Recipientes de cartón con salsa Catsup, la cual tiene más de cuarenta y ocho ingredientes ni uno de ellos natural. Una televisión cuelga de una esquina, para estar acorde a lo decadente del lugar tiene que estar un noticiero local escupiendo nota roja mucho más rápido de lo que cualquier cerebro promedio puede procesar. Te dan ganas de salir corriendo y perderte en el primer bosque que encuentres, o hundirte en el primer pantano con la esperanza de sentir una mordida pronto en alguna extremidad. Al menos eso sería real. Al menos te haría sentir algo diferente. En la televisión un gordo enorme al menos  talla 5XL, protesta por el maltrato a los animales, se le inflama más el cuello cuando grita con coraje a pesar de tener un micrófono frente a su boca. Grita y grita, pide respeto a sus gatos, las mejillas rojas. Grita, y reclama. ¿Que habrá cenado? ¿Habrá desayunado en este McDonald´s? ¿Será vegano? Bloquean la avenida, la reportera esta excitada mencionando que es el primer bloqueo en la historia de Florida. Ha de haber un chilango en el grupo dándoles todo el insight. Te arrepientes de haber pedido café.

Un hombre se mete en la fila del baño para orinar. Se le adelantó a tres niños. Sale sin lavarse las manos, se encuentra afuera con su maravillosa familia a quien abraza afectuosamente.

En los estacionamientos de los parques temáticos abuelos son los que acomodan los autos con un orden y precisión absoluta. Usan un chaleco amarillo fosforescente, traen colgado en su cintura una botella con agua, la cual les dura fresca solamente treinta minutos. Pobres abuelos, ellos habían soñado terminar en Florida jugando golf, y acabaron de viene viene del primer mundo. Benditos abuelos, todos los días en el sol, haciendo algo por lo que les pagan. Uno que otro loco hasta lo disfruta, hasta se preocupa por los consumidores, hasta es amable, hasta da información interesante del parque, hasta sonríe, hasta habla español.

Filas, filas cagantes. ¿Cómo no te caga hacer lo mismo que la mayoría? Gente brotando de cualquier pozo de cualquier esquina. Decadencia colectiva. El mundo a los cuarenta años es tan real y frío. Es tan mamón que destroza toda la fantasía de los recuerdos de los años maravillosos.

Tumultos, filas, masas, calor. ¿Cuánto por un VIP? Te vale madre. Ni humor para desear. Ni humor para buscar piernas o bustos. Un souvenir que te recuerde ¿qué? Fastpass al alma.

No mames, no sueltan el celular. Dedos duros y amaestrados, les controlan todo su ser. Donde están siempre es menos importante que lo que hay en la puta pantalla de cristal.

Aguanta, no tomes, toma. Convence, convéncete que el desfile de la noche los hará mejor personas. Unos foquitos que evocarán otra década, que rascará en tu memoria, que jalara una o dos sonrisitas. Una música chantajista, que está en algún rincón de ti, de esos pocos rincones reales y felices. Unos fuegos artificiales que te levanten el ánimo y la cara. Que las explosiones multicolores te recuerden a ti cuando no negociabas las sonrisas. Un castillo de tablaroca. Un castillo vacío. Un castillo mágico, como tú.

Una, dos, tres botargas. Un mitad perro, mitad vaca, o mitad humano. Una foto con él, para que le encuentres similitudes o diferencias contigo, mitad tu, mitad nada.

Dicen que ese es Kevin Costner y aquel Harrison Ford. Si yo fuera ellos, no estaría aquí.

Toca, toca, corre, tómate un litro de azúcar negra. Compra lo que sea, las orejas, los bloqueadores, los diarios, lo que sea, compra, come, corre. Gasta, no pienses. Que la fantasía del potente aire acondicionado  y la música de fondo te cambie tu gris realidad llena de rutinas y de mierda. Que una botarga te toque, que un cohete te ilumine. Que una cerveza te haga olvidar, soñar o sentir. Apocalipsis total. Que vuelen las palomas, que defequen en tus hombros, sobre tus ojos, que la mierda te ciegue, y que en la oscuridad encuentres todo lo que has olvidado, o perdido.

Que un orgasmo mañanero te anestesie para soportar el día. Que la lluvia diaria, cada vez más ácida queme tu poncho de veinte dólares, hecho en China por veinte centavos. Que te queme la piel, que te ahogue el ansia por no sentir, por no recordar lo que te hacía feliz o lo que te engañó hace años.

Ahora ves precios, riesgos, tiempos de espera, los avisos de posibles riesgos, las redes de seguridad, las veces en que el cantante no canta. Que te tropieces con una botella, que caigas de boca sobre algún barandal de acero pintado de rojo, que se te rompan los dientes, que no haya super héroe que pueda salvarte. Que Trump siga diciendo estupideces, que por fin algo nos una en realidad.

Que lo colectivo te arda. Que soportes cualquier tipo de café con tal de que te permita aguantar el día. Que el Starbucks te deje en paz. Que lo que necesites sea sólo agua. Que cada instante nazcas poco a poco. Que tus exhalaciones sean marginales. Que el vuelo salga a tiempo. Que el vuelo no se retrase más de noventa minutos. Que el piloto no se haya desvelado. Que la aeromoza haya sido infiel, que los moretones que trae ojalá fueran de maquillaje. Que tus poderes nunca mueran. Que nunca entiendas lo difícil que es sonreír solo. Que sonrías sin alcohol, sin sed, que sonrías en un lunes lluvioso.

Que nunca dejes de extrañarla. Que te duela cada exhalación. Que su aroma te ahogue. Que su recuerdo sea tu fantasma particular. Que un super héroe te ignore y quedes atorado en telarañas. Que sin ella solo puedas sobrevivir el día con cuatro Rivotriles encima.

Que un desconocido te detenga y te quiera abrazar, besar y tocar. Que todo sea diferente. Que los hubieras te maten, mejor que solo te acosen y no te abandonen jamás. Que una carta te atormente. Que una llamada en la madrugada te despierte y que nunca jamás puedas volver a dormir. Que un piano retumbe en plena madrugada, y siga así todas tus madrugadas.

Que el piloto no haya tomado.

Que el de la botarga esté sonriendo abajo de la máscara.

Que puedas desearla, que sea lo único que puedas hacer.

Que los popotes fueran de cartón y los palillos de oro.

Que siempre hubiera música de fondo.

Que encuentres unos ojos que no mientan, unos que lo único que busquen sean los tuyos.

Que una vieja carta te atormente. Que una foto que hubiera cambiado tu vida aparezca treinta años después. Que puedas volver al futuro. Que allá la puedas volver a tocar y hacerla gemir. Que se vuelvan a encontrar. Que grites a plena luz del día. Que un juego de mesa te haga parecer que tu vida es interesante. Que detestes los bufetes. Que no te falten vinos. Que un carbón te ahume. Que sientas el dolor de un beso interrumpido. Que te pierdas en una línea blanca. Que aparezcas sentado en el centro de una oscura pista de hielo. Que el silencio de un estadio vacío te aturda. Que agaches la mirada. Que el sol te queme. Que no te duela nada.

Kato Gutiérrez © 2015
@mrkato

 

Imagen cortesía de: http://www.freedigitalphotos.net