QUIERO UN DATE CON DUA LIPA

Hoy hay un pendejo en Inglaterra con insomnio. Desde hace cuatro años sufre gastritis, jaqueca, urticaria y dolor de espalda baja.

Es un puñetas. Hace nueve años Dua Lipa moría por él. Un día se cruzaron en el pasillo de esa preparatoria de Londres, ella le dijo lo que sentía, pero el estúpido le contestó que estaba muy flaca y muy fea. Eres abajo del promedio, le dijo con acento inglés más mamón de lo normal. Para acabarla de chingar, para que pareciera película, luego le dijo que no había nada, absolutamente nada interesante en ella.

Esto ahorita me provoca muchas dudas. Hace que me cuestione muchas cosas: ¿Por qué no sufre más enfermedades este pendejo? ¿Cómo puede existir alguien tan imbécil? ¿Cómo ha podido sobrevivir desde aquel día? Me imagino como le da reflujo cada vez que ve una fotografía de ella en la que, para variar, desparrama erotismo en cada milímetro de su cuerpo, hasta en las cejas.

Pienso cómo ha de poder dormir este hombre. Me pregunto cuántas veces se ha dicho a si mismo lo puñetas que fue. También he pensado en otro idiota de esas épocas, aquel que le inventó el apodo “Duali Lali” y que luego se reía como asno ahogándose mientras recibía aplausos de sus catorce súbditos panzones y de cachetes rojos.

¿Y qué me dices del maestro de canto de esa preparatoria en las afueras de Londres? Ese mismo señor que le dijo que no sabía bailar y que no tenía voz. ¿Eh? ¿Qué podemos pensar de ese ser que hoy que ha de estar envejeciendo en charcos de orina, con su cabeza sin cabello y su panza enorme llena de pelos blancos? Dime. ¿Qué más podemos pensar de él?

¿Y qué me dices del maestro de baile de esa preparatoria? Ese anormal que la corrió de su clase diciéndole que no tenía gracia para mover su cuerpo. Oh, Dios mío. ¿Cuántos pendejos había en esa preparatoria?

La verdad, pienso que el más puñetas de todos es el que la bateó. No me gustas, le dijo. Merezco alguien más guapa, y ella, en aquel pasillo de la preparatoria de Londres giró y se fue avergonzada por haberle dicho que lo quería. Ay, Dios mío, ten misericordia de ese hombre. No se sabe lo enormemente pendejo que puede llegar a ser uno a los quince años.

También se me anda atravesado por mi mente el dude con el que anda ahorita. De seguro es un puñetas, todos lo sabemos, los dichos perduran por algo. ¿Cómo se conoce a la gente famosa? Supongo que si no eres famoso, tienes que conocerla antes de que la fama le llegue, ¿no? ¿Y si el piloto de su jet privado no puede dejar de pensar en ella? ¿Y si el cartero inventa cartas para ir a diario a su casa y ver su silueta en una ventana? ¿Y si su entrenador personal está enamorado de ella? ¿O los entrenadores personales no se enamoran? ¿Y si su cheff se masturba pensando en ella? ¿Y si al quitarse ese leotardo verde fosforescente ella mira su cuerpo y se acuerda de aquel pendejo? ¿Y si al final de cada noche, después de cada concierto masivo, llega a un cuarto vacío? ¿Y si al acostarse en la cama sola, piensa en lo mismo que yo, teme lo mismo que yo? Como hoy aquí en Miami después de su concierto. Ven Dua, yo veo cosas que nadie ve en ti. Ven Dua, vení aquí. La soledad no nos hace bien. Hagámonos bien. Ven, quiero un date contigo. No me sé todas tus canciones, pero me sé todas tus líneas.

Kato Gutiérrez, ®2022

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