
Aquí estoy parado para que me partas los sueños, estoy a expensas de tus siguientes palabras. Por lo pronto seguimos perdidos.
Suenan rolas de rock en inglés pero no le entiendo toda la letra, entonces murmuro, como cuando quería improvisarte un verso mientras te chupaba la oreja pero me ganaba la risa. Prendo una vela, me quemo la mano izquierda y me acuerdo cuando cocinaba para ti o cuando hacías café meneando tu cadera sin misericordia por toda tu cocina a la que le entraba el sol por todos lados. Me acuerdo de tus sonrisas cuando extendías los brazos para entregarme la taza de café, también la manera en que clavabas tus codos en mis hombros mientras metías tu lengua a mi boca. Recuerdo muchas cosas que hoy me duelen. Según tú, en diciembre la cama no se debía de usar para tener sexo, eso era algo de las cosas raras que decías, pero me gustaban. Me gustaban tus cosas raras. Tus tics. Tu aroma indescriptible. La manera en que movías los palillos chinos cuando comías arroz.
No lo sabes, pero en la noches mi manos desparecen, quizá ya no te interesa saberlo. Quizá dirías que esta línea no tiene sentido, a lo mejor es cierto. Luego pienso que después de tanto tiempo es imposible que recordemos lo mismo. Me acuerdo cuando un día te dije que te acercaras, que te estabas peleando con mis ojos, diste unos pasos y sonreíste mientras me preguntabas si iba a escribir esa frase. Y ahora aquí estoy solo, escribiéndola mientras recuerdo el olor de tu cabello y le doy un trago a un vaso de agua de jamaica que lleva tres días en mi escritorio.
Hagamos la acrobacia mortal, improbable e imposible que embarre nuestras bocas. Choquemos nuestros dientes, que se quiebren. Tallemos nuestras rodillas. Lo que digas, pero regrésame algo de oxígeno. Ya perdí la cuenta de todo.
Estoy destruyendo el calendario. Déjame borrar diciembre o marzo.
Quiero desaparecer esa mañana en que te fuiste, en donde parecía que tenías la razón, pero nunca la hemos tenido cuando pensamos.
Trato de convencerme que esa mañana no sucedió, pero estoy indefenso ante los recuerdos que son cuchillos directos al cuello, luego volteo a todos lados y no estás y me ahogo con mi saliva. No estás en ningún pinche lado.
Déjame salir de esta mierda. Déjame unos gramos de esperanza.
Te regalo todas mis playlist, sólo regresa.
Kato Gutierrez, © 2022