UN FAJE CON FANTASMAS

Mientras el viento se calienta veo las primeras chispas pelear entre los leños de mezquite. No tengo escapatoria soy víctima de los recuerdos, me controlan. Sólo miro al pasado. No encuentro futuro posterior a esta inhalación y a esta parte de la canción de Sabina que suena y habla de promesas de verano a dioses paganos. 

Dicen que hay dioses en el fuego. Hipnotizado me confieso ante las enromes llamas, estoy a dos tequilas de hincarme. Tres estrellas chillan en el cielo. Ahora soy más víctima de las llamas que antes. Estoy a su merced. Me controla. Ahora que tengo sed solo hay fuego. No tengo fuerzas. Se me olvidan los modales. Recuerdo faldas rojas cayendo lentamente. Recuerdo conflictos breves. La lumbre es libre y sigue su danza. Descubro colores nuevos en sus flamas, fugaces, pero nuevos. Me rodean grandes encinos, robles, olmos y eucaliptos arcoíris. En los tronidos de la leña hay rumores ajenos. No los entiendo, serán otros idiomas. Serán otros seres. Yo con versos me entiendo. Pienso los versos que debo y me deben y me quedo en silencio con un temblor leve en mi labio inferior. No requiero espejos, en el fuego me veo, ahí se aparecen fantasmas que me extienden sus manos. Menean sus caderas. Son cuerpos perfectos. No hay lluvia que apaga esa lumbre.

En el fuego aparecen mujeres. Me dejo llevar. Aparecen retratos. Historias. Poemas que declaran verdades. Amantes perdidos. Veo precipicios entre las llamas. Me murmuran instrucciones para fajar con ellas. Todo tan incierto. Todo tan nuevo. Los fantasmas no saben de vacunas, siento una mano en mi cabeza vacía y otra rozando mi cuello. Quiero la oscuridad. Escucho tonterías que gritan los vecinos. Tomo más para que ella aparezca. Para que nos agitemos. Pienso. Pienso en Cortazar. En el silencio. En las millas. En los que mueren. En los que estamos muriendo. En lo que se nos pierde en estos segundos. El fantasma aparece y me chupa la oreja, no tan bien como otras.

Quiero fajar con fantasmas que crean en mí. Las que me miren a los ojos. Las que nieguen el pasado y no teman el futuro. Las que sientan sin buscar motivos. Las que regalen indulgencias plenarias. Las que ofrezcan su lengua, y repartan pociones para olvidar. Quiero fajar con fantasmas que sonrían mientras rozo su espalda.

Quiero un faje legendario. Que el humo de la leña me altere. Que su lengua enrolle cientos de tallos de cerezas. Que ante la manera en que mueve su lengua y su pelvis quede claro que soy un pendejo para esto del sexo. Que no haya tapabocas. Que todo pase. Que olvide los sueños de mi infancia. Que desparezcan los planes sobre mi vejez. Que el fantasma, esta mujer pelirroja o güera, o castaña, me meta entre sus brazos como nadie lo ha hecho. Que chupe mis lágrimas. Que guarde silencio.Que al final se escuche una ovación como aquellas que retumban en los estadios argentinos. Que la primavera le gane el invierno unas semanas. Que mi espalda no me duela y tenga confianza en mis dientes, y en mi boca, pendejo, en mi boca que calla o que grita pendejadas que congelan jardines.

Quiero unas caricias sin planes, que no traigan el pasado. Unas que no acaben. Quiero veranos y calor. Silencios ineptos. Parálisis húmeda. Lenguas que no teman nada. Fantasmas callados. Que no preguntan nada mientras sudamos. Fajes que me ayuden a sobrevivir este invierno. Que borren la neblina. Fantasmas que fajen como dioses. Sin pudor ni sueño. Fajes que no acaben. Fajes sin miedo ni planes. Sin heridas en espera de vacunas.

Quiero fajes húmedos. Que me roben la memoria. Pelvis que me dejen pendejo e inmóvil. Fantasmas que tiren lengüetazos, manoseos, y miradas sin pudor, como si la vida dependiera de ellos. Como si dioses evaluaran nuestro desempeño. Que no existan canciones merecedoras de sonar. Que solo el fuego truene a su placer. Que el viento me arrime un poco el aroma de su perfume caro que compró en Nueva York, pero también me traiga ráfagas de olor a rancho de Nuevo León. 

Que el faje sea tan perfecto que no lo recuerde.
Que no se hable de amor ni de eternidad.
Un fantasma que calle mientras me chupa el cuello.
Que acepte mis llantos. Que comprenda mis silencios cuando arremete su cintura hacia la mia. Un fantasma que entienda que las memorias son frágiles, que el futuro no existe y que el presente no lo entendemos. Una que acepte que no entendemos nada, pero fajando el tiempo pasa más fácil. Una que me lea mis ojos, por si se me va el habla cuando meta su mano en mi boca. Un fantasma que no deje esquirlas en su besos. Que sepa tocar mis manos.

Que baje los pantalones sin preguntar.
Que no cuente los segundos, ni los versos.
Que con sus manos me esparza estrellas con olor a mar.
Que las manos hablen tanto que los labios no tengan que decir nada.
Que sea un fantasma constante. Que me lo encuentre todos los viernes frente el fuego.
Una que tenga algo en su mirar.
Una que no haga falta ver para creer.
Un faje que haga bien.
Que me impregne esperanza con su lengua, que me la desparrame con sus pestañas. Que tenga unas cejas inolvidables.
Un fantasma que aparezca flores y drogas.
Que me mire con la boca.
Que no aparezca pretextos.
Uno que mueva el tiempo.
Que su boca sea su pluma.
Que no tenga nombre y nos inventemos apodos.
Que se aparezca cuando la invoque. Que me ponga sus pechos en mi boca. Que sonría mientras me ve titubear cuando trato de crear un verso.
Que tenga los ojos de color marrón. 
Que no provoque insomnios.
Que borre las agendas.
Que me robe la memoria. 
Que sus labios sean como los que nunca he tenido.

Que no me pida parar.
Que no escuche mis suplicas.
Que me aparezca la muerte del otro lado del orgasmo.
Que forme un poema con su respiración agitada.
Que crea. Que no me acuse de nada. Que me chupe la sien.
Que tenga los ojos tristes.

Kato Gutiérrez, ©2020

4 comentarios en “UN FAJE CON FANTASMAS

  1. A darle Kato.

    Muy intenso.

    Genial.

    Saludo.

    HV

  2. Wow Kato, no había leído nada tuyo… ¡me encantó, felicidades!!!

Deja un comentario