Archivo de la etiqueta: Club de Lectura
El amanecer perfecto
Últimamente el ruido y el caos me sigue.
En el trabajo, la cuadrilla de mantenimiento no respeta horarios y taladra paredes y pisos a mitad de la mañana.
En mis trayectos en el auto observo un carnaval de incidentes: Luces rojas ignoradas, gandallas en cada fila, cerrones, cláxones sonando, reclamos, imbéciles lentísimo por que van texteando. Imbéciles invadiendo carriles porque van texteando.
En mi casa, las últimas noches llegan ruidos de taladros hidráulicos y mazos contra muros de un vecino. Del otro vecino llega música en un pinche miércoles cualquiera. Ayer en la tarde fui a un café, apenas me senté y escuché martillazos contra el muro del local, la empleado me dijo que era el vecino.
Ya estoy preocupado. Quizá soy yo. Quizá sólo yo los escucho. Quizá mi frecuencia está fallando y estoy cambiando de dimensión. Quizá los ruidos son para que despierte, para salvarme, pero no sé de qué. Quizá las mentadas de madre de los automovilistas son avisos.
Entonces estoy tenso, a la expectativa, esperando el madrazo. Me duele el cuello y los hombros. Llevo noches sin dormir. Pero hoy en la mañana me dije que sería un día diferente, me tomé doble dosis de Rivotril, respiré hondo, y me dije: No mames, es viernes, dale tranquilo. Y salí de mi casa, pensé en contar los incidentes que me sucedieran en el trayecto hacia mi oficina, pero rechacé la idea, porque sería como atraer el caos, y puse mejor una canción de Johnny Cash. Llegué a un crucero en donde estaba la luz en rojo, era el primero de la fila. Hice alto total, respeté con holgura el espacio para el cruce de peatones. Tarareaba la canción mientras pasó un minuto. Cambió la luz a verde, y solté el pie del freno, y justo en ese instante se cruza un voceador de esos periódicos gratuitos. Y como siempre sucede, se quedó parado justo en frente de mi auto, alcancé a frenar antes de tocarlo. Lo ví que vociferaba, gritaba y meneaba su cabeza en forma de reclamos. Caminó hacia mi lado mientras seguía hablando, bajé el vidrio de mi ventana y le dije: Te cruzaste en plena luz verde, compadrito, y me contestó: soy mujer, pendejo………
……
…….
……..
……….Ya mejor no dije nada más. Te digo que el ruido y el caos me sigue, ojalá sean buenos augurios, ojalá sea la oscuridad antes del puto amanecer perfecto.
Kato Gutiérrez, © 2018
Foto: Kato Gutiérrez. Texas, 2011.
El choque
Hoy vi un choque. Una camioneta pick up pequeña me cerró, se metió sin ningún aviso. Frené. Ni alcancé a tocar el claxón. Siguió su ruta inclinada e invadió el siguiente carril. Una Suburban enorme, brillante y nueva, no frenó y chocaron de lado.
No pude evitarlo y sonreí. Por pendejo el de la pick up. Me ahorré una mentada de madre. Ahora quien maldecía era el conductor de la Suburban. Se bajó con la cara roja, caminaba con los brazos separados del cuerpo, como si trajera las axilas rosadas. ¿Qué te pasa, pendejo? Alcancé a leerle en sus labios. Movía sus brazos como diputado dando un discurso.Y sonreí más. El de la pick up decía: Ay, cabrón. Y yo pensaba que me había librado por algunos segundos.
Si me hubiera cambiado de carril antes, si me hubiera levantado a la primera, si no me hubiera lavado los dientes, si no hubiera puesto Spotify antes de salir, yo hubiera sido el de la Suburban. Yo hubiera sido él. Yo estaría diciendo: ¿Qué te pasa, pendejo? Con mi cara de dragón y mis cachetes rojos. Yo hubiera sido él.
Ahí estaban las dos camionetas blancas, tocándose, atoradas, de lado. Como si un imán las uniera. Los dos conductores maldecían. Yo sonreía. Me acordé como se ven mis piernas entre las tuyas. Volví a sonreír. Por pendejos los dos.
Kato Gutiérrez © 2018
Anoche soñé
Anoche soñé que se me caía un diente. Lo primero que hice al despertar fue tocar mi dentadura con la lengua. También soñé que estaba atrapado en una “App”. Ajá, así de pendejo como se escucha. Estaba cubierto de una sustancia babosa, era una mucosa gigante y transparente que limitaba mis movimientos y cada instante que pasaba me apretaba más. Era como estar dentro de una pequeña casa de acampar. Mis pensamientos luchaban por determinar lo que era real ¿La carpa? ¿La “App”? ¿O incluso mi sueño? Creí que al momento de tomar la decisión, cualesquiera que fuera, iba a perder y la “App” me iba a consumir, eliminar. Ajá, así, igual que en la realidad.
Desperté en la madrugada, lentamente, como si el sueño me jalara hacia adentro. Sentí un calambre un el chamorro izquierdo. No sentí reflujo, no, esta noche no. Tenía baba chorreando desde mi boca hasta mi pecho. Hace años que no babeaba. Quizá fue mi sentido de conservación. Quizá aún estoy en la “App”, quizá la “App” eres tú. Quizá aún estoy en el sueño.
Hoy vi una patrulla parada en un crucero. El policía tenía un celular en su mano y hablaba a través del altavoz. Encendió la luz verde del semáforo y dio una vuelta prohibida a la izquierda mientras seguía en su llamada.
Hoy escuché Bye Bye Miss American Pie, de Billy Cassidy y me pregunté en cuantos bares de hoteles de aeropuertos, algún músico triste y mediocre hoy tocará esa canción en el piano.
Kato Gutiérrez © 2017
Versión en vivo
Hoy un Mini Copper que iba muy lento invadió mi carril. Alcancé a frenar de manera audaz. Ni siquiera pude usar el claxon. Al pasar a su lado la bella dama, con el celular en la mano, me mandó un saludo sarcástico acompañado de una sonrisa. Luego siguió texteando.
Hoy en el estacionamiento, en el lugar de al lado,se paró una gran camioneta de lujo. Se bajó un hombre que vestía un traje café claro, se veía elegante. Tiró al piso servilletas, papeles, y envolturas de algún alimento. Se fue caminando dignamente mientras masticaba con la boca abierta. Al dar cinco pasos cerró su camioneta con el control remoto, tres fuertes sonidos retumbaron. Varios pasos después, casi al llegar al elevador, mientras pasaba por unos botes de basura, accionó de nuevo su control, tres sonidos retumbaron de nuevo.
Hoy un lavacoches me ofreció lavar mi auto. Asegura que el Armor All que trae no es pirata.
Hoy, el semáforo se puso en rojo, el auto de al lado avanzó y se detuvo justo en el paso peatonal. Cruzaron la calle un joven y una señora con una niña en brazos. Tuvieron que pasar fuera del área designada y un camión por poco atropella a la señora. La conductora del auto ni se inmutó, estaba inmersa en una llamada telefónica a través de un altavoz y con las dos manos al volante.
Hoy escuché una versión en vivo de Total Eclipse of the Heart de Bonnie Tyler, y me hizo recordar el pasado. Los ochenta. Mi yo de esos años. Mis sueños, mis ingenuidades, mi percepción del amor a los quince años.
Kato Gutiérrez @ 2018
El instante que nos queda
Mi segunda novela sale en septiembre. Gracias por apoyarme, sin ti esto no sería posible. Al leerme me compartes súper poderes. Gracias a la Editorial Font.
Aquí vamos de nuevo, continúan los buenos tiempos.